PUTO - Una ficción - Teatro

PUTO
TEATRO PAYRO
San Martín 766
SABADOS 23.00 hs.
Reservas al 4312-5922 (de jueves a sabado desde las 17.00 hs.)

"En la sexualidad no se sabe con que pie bailar"

Jacques Lacan

"No queremos que nos persigan ni que nos discriminen, ni que nos maten ni que nos curen, ni que nos analicen ni que nos expliquen, ni que nos toleren ni que nos comprendan... lo que queremos es que nos deseen"
Nestor Perlongher

Con
Mariano Caligaris
Rafael Lavin
Nicolás Mateo
Enzo Ordeig
Walter Rosenzwit

Dirección: Alejandro Mateo

Asistencia de dirección: Mercedes Ambrogi
Producción general: NEGRO JUDIO PUTO
Coordinación de producción: Eugenia de Combi
Diseño de luces: Cristina Lahet
Compaginación musical y versiones: Fernando Aldao
Escenografia y vestuario: Alejandro Mateo
Realización de escenografía: Karlo Sosa y Jorge Méndez
Realización de vestuario: Susana Sánchez
Asesoramiento en tango: Manuela mateo
Fotografía: Belén Pais
Producción fotográfica; Alfiler de gancho (Soledad Galarce y Melania Lenoir)
Filete: Lucero Maturano
Diseño gráfico, web y videos: Sofía Galarce


martes, 7 de septiembre de 2010


"¿A partir de qué a priori histórico ha sido posible definir el gran tablero de las identidades claras y distintas que se establece sobre el fondo revuelto, indefinido, sin rostro y como indiferente, de las diferencias? La historia de la locura sería la historia de lo Otro –de lo que para una cultura, es a la vez interior y extraño y debe, por ello, excluirse (para conjurar un peligro interior), pero encerrándolo (para reducir la alteridad); la historia del orden de las cosas sería la historia de lo Mismo –aquello que, para una cultura, es a la vez disperso y aparente y debe, por ello, distinguirse mediante señales y recogerse en las identidades". - Las palabras y las cosas, Michel Foucault.

Si alguien ha podido pensar y escribir sobre los mecanismos del poder y la exclusión, y ha intentado trazar esas articulaciones que se han ido produciendo a lo largo del tiempo en la cultura, ha sido M. Foucault. La historia de lo Otro, es donde se inscribe la historia de la locura, lo anormal, aquello que funciona como "interior y extraño" en una sociedad, un grupo, una "tribu". Aquello que se lo excluye encerrándolo (manicomio, prisión, campo de concentración, dentro de una idea que lo condena, da igual), exterminándolo.
Lo Otro que permite afirmarnos en lo Mismo, asegurar la propia identidad mediante el mecanismo de rechazo y repulsa de lo distinto amenazante, lo ubica como extranjero, extraño, y por su poder especular, odiado. Tensión que alimenta el corazón de lo humano cuando la diferencia es señal de peligro, entonces, hay que hacerlo "desaparecer", que pierda humanidad, que pierda su nombre, borrarlo. También es lo Mismo en su repetición, en su encarnadura de distintas formas, modos.
Hay algo de esto que movió el deseo y el acto de escribir la trilogía: Judío, Puto, Negro.
Palabras demasiado consistentes en el discurso social en distintas momentos de la historia. Nominación que ha sido en algún momento, adjetivo de lo peor. Que aún lo es, a veces. Que nos sorprende a nosotros mismo en un pensamiento cargado de prejuicios.
El azar produjo el encuentro con aquello que pulsaba en mí. El encuentro con quien sería mi amigo y con él, con su historia. La historia de un hijo. La historia de un padre.
Un hijo que en la realidad escribe retazos de la historia de su padre que nacido en Polonia ha sufrido en su adolescencia los peores campos de concentración. Que ha perdido a casi toda su familia: padres, hermanos, cuñado, sobrino. Que ha sobrevivido. Sobrevivido. Un hijo que necesita para apropiarse de su vida, hacer hablar a su padre. Y de ese hacer hablar a su padre, nació "Un Judío Polaco", espectáculo que estrené en al año 2007 y que seguimos haciendo con la compañía durante el 2008 y el 2009.
Poder escribir ese texto teatral, me llevo a investigar, a documentarme en cientos de testimonios, a leer a escritores como Isaac Bashevis Singer, Israel Yehoshua Singer, Scholem Aleijem, Art Spiegelman, Jorge Semprúm, Jean Paul Sartre, Paul Celan, el citado Michel Foucault y tantas otras "voces".
Un recorrido que no me dejó parado en el mismo lugar y que me impulsa a seguir más allá.
"Un Judío Polaco" se transformó así en la primera parte de esta trilogía. Hoy la escritura me lleva a seguir andando en ese sentido. Hoy "Puto".
Seguir haciendo hablar desde una historia singular, su encarnadura humana y no un universal que enmascara: Puto, Negro. Lo Otro.

Una mirada sobre un nuevo trabajo

martes, 22 de junio de 2010



Un director franco-argentino, consagrado internacionalmente, va a montar el Cyrano en una sala oficial de Buenos Aires.

Un actor narigón de teatro independiente, desconocido nacionalmente, quiere protagonizar el Cyrano y de ser posible con el vestuario que usó en la antológica puesta el gran actor Ernesto Bianco.

Varias audiciones. Un resultado incierto.

Para el consagrado director, tal vez, su último espectáculo en Buenos Aires.

Para el desconocido actor, quizás, la oportunidad de un efímero reconocimiento.

Una necesidad de exorcismo a través del humor de los sinsentidos del teatro oficial.

La obra tuvo varias razones para ser escrita: la necesidad de generar un espacio placentero, novedoso y de juego par la compañía que ya lleva 16 años de existencia, la prominente nariz de mi socio Héctor Segura y su deseo irrefrenable de emular en esta ocasión a Ernesto Bianco, la alegría de volver a trabajar con un actor del talento de Enrique Iturralde y recrear ese famoso dúo (famoso tan solo para nosotros tres, obviamente) que hizo de las suyas en `La pérdida de los nombre` y por último, una forma de exorcismo a través del humor de los problemas que suele atravesar un actor proveniente del teatro independiente al trabajar en el circuito oficial.


Ficha técnico artística

Autoría: Pablo Bontá
Actuan: Enrique Iturralde, Hector Segura
Vestuario: Alejandro Mateo
Iluminación: Magali Acha
Tratamiento sonoro: Fernando Aldao
Fotografía: Jorge López
Asistente de producción: Rubén Sibilia
Prensa: Marcos Mutuverria
Dirección general: Pablo Bontá

Web: http://cyranovodevil.blogspot.com

martes, 9 de febrero de 2010


HAMLET
de William Shakespeare


“… el mundo está fuera de quicio…”

Traducción Ingrid Pelicori /Versión Manuel Iedvabni y Malena Solda

Iedvabni aborda este clásico poniendo en escena un universo regido por el caos, la desmesura y la ambición de poder. Así se trazan posibles redes con los escenarios socio políticos actuales.

Desencajado y hastiado por la celeridad con que su mundo se ha visto colapsado (la muerte de su padre seguida prontamente por el casamiento entre su tío –ahora nuevo rey- y su madre; la omnipresencia de su padre y las inquietantes revelaciones que este trae), Hamlet rechaza la oferta de su tío para heredar a su turno el reino; en cambio desencadena el desconcierto, la locura y pone en jaque a un gobierno.
El desbarajuste será total, la muerte se precipitará sobre todos los personajes.
En palabras de Abelardo Castillo, “Lo que define a la juventud es la búsqueda de lo absoluto”. Federico Olivera le da voz y cuerpo a uno de los personajes más complejos del teatro occidental encarándolo desde ese carácter: Hamlet pretende cargar sobre sus hombros el mundo injusto en el que le ha tocado vivir y corregir sus males.
Iedvabni trabajó durante un año la versión junto a Malena Solda y a Ingrid Pelicori (que hizo la traducción definitiva).
Dice sobre el trabajo con la obra: “veo en Hamlet pulsiones argentinas. Es para mi una obra política de actualidad porque el tema del humanismo versus el desprecio por la condición humana están hoy en el centro de la discusión”.



Hamlet Federico Olivera

Reina Gertrudis Patricia Palmer



Rey Claudio Héctor Bidonde



Ofelia Ana Yovino



Horacio Luciano Suardi



Laertes Marcelo Savignone
Mascara envenenador


Polonio Alfredo Zenobi



El sepulturero Pablo Razuk
Máscara Rey / Marinero



El joven Osrik Emiliano Dionisi
Máscara Reina


Fortinbras / Marcelo Marcos Ferrante
Máscara presentador


Rosencrantz /Bernardo Rafael Lavín


Guildenstern / Sacerdote Eduardo Narvay



Asistencia de dirección: Guido Grispo

Producción comercial: Hernán Yanco

Asistente de producción: Brenda Schraier

Producción ejecutiva: Yanina Leandra

Supervisión de producción: Gustavo Schraier



Realizaciones

Escenografía: AB Realizaciones

Utilería y objetos: Carlos Guarinacci

Máscaras: Lina Boselli

Asistentes de escenografía y utilería: María Vidal y Lucio Tirao

Dibujos técnicos: Lorena Riafrecha

Asistente y realización de vestuario: Susana Sánchez

Asistente de máscaras: María Julia Boselli

Coreografía de esgrima: Diego Mariani

Dirección de máscaras: Marcelo Savignone

Grabación, edición y efectos: Frank Cafici

Fotografía: Geraldine Rychter

Diseño Gráfico: Claudio Medin- Estudio M

Música: Federico Mizrahi

Vestuario: Alejandro Mateo

Espacio escénico e iluminación: Héctor Calmet



Dirección: Manuel Iedvabni


Desde el sábado 6 de febrero, 22.15 hs.

Funciones: viernes y sábados 22.15 hs/ domingos 20 hs.

Localidades: $50

Sala Solidaridad – Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”

Av. Corrientes 1543

Informes: 5077-8000 Boletería: 5077-8077

sábado, 19 de septiembre de 2009

Nuevo ciclo


Inicio. Comenzar algo nuevo. Otro espacio y otro montaje. Segunda parte de una trilogia que me propongo. Otra partida, dar nuevas cartas y abrir de nuevo el juego. De eso se trata.Teatro.

sábado, 18 de julio de 2009

15 años


El 18 de julio de 1994, a las 9.56 a.m. una bomba estalla en la calle Pasteur 633.

La Asociación Mutual Israelita Argentina era el espacio y la escena del horror.

Meses despues el suplemento de arquitectura del diario Clarin lanza una convocatoria destinada a diferentes areas del arte. Un llamado bajo el nombre "Construcción de la memoria"

De los trabajos literarios seleccionados es este poema de Alicia Smolovich donde puede escucharse aun hoy el silencio de ese trueno que sigue sonando.


No te equivoques otra vez.

No rechines los dientes en las noches.

En esa franja incierta

donde habitan los nombres

deambula el sueño atroz,

llamarada agonizante.

Te preguntarás ¿por qué?

El sueño no devuelve certezas.

Esperaras.

Las manos volverán de su destierro

incautas de destino.

Volverán para recordarte

la palabra sagrada,

impronunciable,

el aliento de las cosas,

el camino que nunca termina.

Volverán para seguir tejiendo la vida

en los ojos de los hombres.


Alicia Smolovich.

*Publicado en "Clarin"- Suplemento de Aquitectura.

Buenos Aires, lunes 19 de diciembre de 1994.

miércoles, 10 de junio de 2009

Pagina 12


Miércoles, 10 de Junio de 2009

TEATRO › MARCO ANTONIO DE LA PARRA Y TELEMACO O EL PADRE AUSENTE
“Una palabra al filo de lo poético”


Así define su autor el tono de la pieza que se exhibe en el Teatro Nacional Cervantes, y explica cómo logró retomar “obsesiones que quería revisar, como el lenguaje del inconsciente y la estructura gramatical del sueño”.

Por Cecilia Hopkins

“Escribí Telémaco en Madrid, cruzando y descruzando fronteras”, detalla el chileno Marco Antonio de la Parra antes de pasar a explicar las circunstancias en las que se inspiró: una noche debió rescatar a un muchacho detenido por la policía del aeropuerto porque “cometía el pecado de tener rasgos indígenas, de no tener tarjeta de crédito y ser un poeta invitado a Barcelona”. Tampoco a Teo, el protagonista de la obra concebida luego de aquel suceso, le resultará sencillo entrar a Europa, donde ha llegado desde un lugar incierto de América del Sur. El adolescente viaja, igual que el hijo de Ulises que lleva el mismo nombre que la pieza, para encontrarse con su padre, a quien no ve desde la infancia. Bajo la dirección de Dora Milea, el estreno mundial de Telémaco o el padre ausente se produjo hace un mes en el Teatro Cervantes. La obra, “una lectura transatlántica del exilio y la frontera”, según su propio autor, tiene por intérpretes a Patricia Palmer (la madre del viajero) y Patricio Contreras (el cónsul), además de Ricardo Díaz Mourelle (un detective que investiga un caso de asesinatos en serie), Joselo Bella (el amante de la madre), Mariana Giovine (la hermana del adolescente), Roxana Berco (una prostituta) y Nicolás Mateo en el rol de Teo, el joven que parte sin rumbo fijo en busca de su origen.

Definida por el propio autor como un raro cruce entre viaje metafísico y thriller, la pieza presenta un entramado abierto compuesto de una serie de escenas en las que los personajes actúan como si no fueran siempre los mismos. En la entrevista, el premiado autor de La secreta obscenidad de cada día afirma que esta obra vuelve sobre “algunas obsesiones que quería revisar, como el lenguaje del inconsciente, la estructura gramatical del sueño, la posibilidad de contar una historia y muchas otras posibles variantes de la misma”.

–¿Cuáles son los asuntos que incluyó conscientemente en la obra?

–Mezclé mi amor por las obras de familias disfuncionales, mi ajuste de cuentas con Madre y Padre y mi obsesión por la novela negra, aparte de algunas vengancillas sobre el lado oscuro del mundo diplomático. Tardé tan poco en escribir Telémaco que me di cuenta de que la sequía había sido solamente la incubación de un planteo estructural novedoso que me permitió varias obras posteriores como Ofelia, que también fue estrenada en el Cervantes.

–En Buenos Aires, la obra se presenta con el nombre de Telémaco, pero su título se completa con la palabra Subeuropa. ¿Por qué la llamó así?

–Se llamaba Subeuropa tal como otra obra se llamó Subamérica, paralela a ella. Tiene que ver con submundos, los que no salen en las noticias, los que no constituyen sujeto histórico, los sitios donde sucede lo subterráneo o –clara es la metáfora– lo subconsciente, lo que las palabras no alcanzan a decir y por eso precisan una escritura al filo de lo poético.

–¿El padre de Teo es un exiliado?

–Y un renegado y un perseguido y un fugitivo. Mientras más dobleces tenga en su lectura mejor. Es un exiliado, sí, pero también uno que estuvo metido en lo más duro, es un muerto también y en ciertas obras mías los muertos caminan. Quizás es un traidor y un héroe, un delator, quizá sencillamente un cobarde o el valiente que pensó en volver infiltrado.

–¿Qué ligazón existe entre la obra y la historia política de su país?

–Toda la que nuestra generación lleva como cicatrices mal cerradas y para siempre. No es algo solamente político ni histórico. Es la pregunta sobre el poder, sobre el bien y el mal, sobre el silencio de cualquier dios, sobre la peligrosidad del ser humano.

–¿Qué representan los personajes del cónsul y el detective?

–Figuras paternas oblicuas, enfermas o deformes, como los amantes de la madre. Cambiantes figuras que no se consolidan y se tornan amenazantes. El cónsul es el victimario y la víctima del mal, lo lleva en su sangre. Me pregunto, acerca del mal: ¿cómo mi vecino, mi familia, yo mismo, entramos en su juego? ¿Basta con equilibrios macroeconómicos para recuperar la inocencia? ¿O la perdimos para siempre? Como Teo, que parece un niño insistiendo en perseguir lo inabordable, en leer una historia que es ya una pérdida de tiempo. El cónsul es el espejo oscuro del detective y el detective, también, es la ley del Padre. Lacan interviene desde la sala. Se me aparece en sueños. En esta obra más a menudo de lo que quisiera.

–¿Por qué lo dice?

–Cito a Lacan y mal porque lo he leído más a través de comentarios que directamente; por eso nace el chiste de que Lacan siempre está mirando misobras y corrigiéndolas. La ley del Padre, el nombre del padre, está inmerso en Telémaco, cuyo título lo dice todo pero nadie se llama así en la pieza. Nadie tiene nombre. Solo él y su padre y es el mismo nombre Teodoro, el que adora a Dios. Y el nombre de Dios y Bergman y la pregunta sobre los silencios están en muchas de mis piezas más duras. Sí, tal vez se necesitaría un detective teólogo o filósofo o por lo menos filólogo.

–¿Cuáles son los aportes que realiza a la pieza la puesta de Dora Milea?

–Le otorga una fuerza emocional que me ha resultado conmovedora. Construye una tensión en el triángulo Cónsul, Teo y Madre que trabaja como una máquina de dolor y de ternura y de crueldad. Hace avanzar la obra como si no tuviera protagonista –que no lo tiene si se revisa como una estructura clásica– porque cualquiera puede serlo. Acá el Cónsul y la Madre se fragmentan, se fracturan, se transforman y cuentan y recuentan la historia. Dora Milea los dirige espléndidamente y consigue que cada escena tenga más tensión que la anterior, en medio de una densidad inquietante que me ha encantado, ciertamente.

–¿Cómo dialoga este texto con el resto de su producción, en función de similitudes y diferencias?

–Es dentro de mi creación una obra muy importante. Una pieza bisagra que conecta viejos temas, como los familiares, con el tema político y la relectura del thriller perpetuo en que nos dejó la dictadura. Siempre buscando un cuerpo, siempre buscando un asesino, siempre contando un caso policial. La historia del Cono Sur se convirtió en novela negra. Raymond Chandler cuenta mejor lo sucedido en nuestros países que alguien como Eduardo Galeano. En algún instante el poder se rozó con la mafia y los cuerpos sepultados parecen de una película de Scorsese. Nuestra actual épica está entre lo gangsteril y lo místico. Falta un héroe gangster santo, una especie de relato como el de los hermanos Coen en Muerte entre las flores. Por eso estoy obsesionado con el mal cuando leo a Cormac McCarthy.

–¿Algo más acerca de su pasión por la novela negra?

–La referencia a la novela negra tiene que ver con la pluma de Chandler. Se acerca mucho más al tema del poder y lo siniestro que otros géneros. Permite indagar en lo oculto, en el juego sucio, en los aspectos turbios del capitalismo. Pienso en los largos y enjundiosos diálogos de El largo adiós, la novela perfecta de Raymond Chandler, donde el detective y el jefe de policía van sintiendo y resintiendo el escepticismos feroz ante el sistema económico.

–Le interesan, entonces, las implicancias y el clima que generan estos textos.

–La novela negra, que no tiene interés real en quién cometió el crimen, sino en la atmósfera y el ambiente. Es un género mayor confundido a veces con ciertas novelitas súper vendidas donde el detective consigue su hueso y ésa no es la situación de lo que podría ser la novela negra nuestra, retorcida, tormentosa, como la que armo en medio del cruce de caminos de Telémaco.

–¿Y entre los autores latinoamericanos?

–En Roberto Bolaño, en 2666, en el largo capítulo de las muertes de Juárez, el aire de novela negra sin desenlace posible reproduce nuestras violencias, nuestras dictaduras. Pienso en Rubem Fonseca y en Ricardo Piglia. Pienso en esa colección maravillosa que era y es “El séptimo círculo”. A veces me pregunto si se puede escribir de otra manera la historia política de nuestro tiempo si no es cruzando la novela romántica del siglo XIX con la novela negra del siglo XX. Pasiones y poder, el mal y el adulterio, la escritura de la traición y la muerte.

sábado, 6 de junio de 2009

Diario La Nación
Sábado 6 de junio de 2009
Opinión
Breyer, rigor y sensibilidad
Por Ernesto Schoo

A los 90 años, murió el arquitecto y escenógrafo Gastón Breyer. Hombre de pocas palabras y de mucha labor, cultivó tres virtudes infrecuentes: la modestia, la sobriedad y la precisión. Eludió, en consecuencia, el brillo falaz de los reflectores y prefirió concentrarse en su trabajo, al que aportó la sensibilidad artística y el rigor científico. En el medio teatral y en el académico, su ausencia se hará sentir.

Desde muy joven, el teatro atrajo a Breyer, proponiéndole desafíos trascendentes. En su trabajo como escenógrafo asumió la herencia de los grandes pioneros del teatro moderno, de fines del siglo XIX y comienzos del XX, Adolf Appia y Edward Gordon Craig. Siguió sus huellas -despojamiento, síntesis, líneas y volúmenes puros, la luz como elemento fundamental de la ambientación dramática-, pero alcanzó un acento muy personal, que identificaba de inmediato a sus creaciones: frente a sus bocetos y sus maquetas se podía decir, sin equivocarse: "Esto es de Breyer".

* * *

Esa fidelidad a la concepción moderna de la escenografía, no implicó para él vivir atado al ayer. Todo lo contrario: estuvo al tanto, hasta sus últimos días, de las novedades y los avances contemporáneos en el uso de materiales, en luminotécnica, en acústica. Supo unir, de manera magistral (como que era, esencialmente, un gran maestro), la vibración poética de los textos con la armonía, la elegancia y la audacia de la visión plástica. La vasta cultura y la agudeza intelectual lo llevaron a crear el Centro de Heurística ("el arte de inventar", define la Real Academia) de la Universidad de Buenos Aires y la primera cátedra universitaria de esa materia en Latinoamérica. A quien desee ahondar en la problemática del escenario y en la teoría general del espectáculo teatral, le convendrá leer algunos de los textos publicados por Breyer: Análisis escenográfico (1953), Ambito teatral (1968), Propuesta de sígnica del escenario (1998) y el último, La escena presente . Teoría y metodología del diseño escenográfico (2005).

Quien firma esta columna recuerda en particular un trabajo de Breyer en el por entonces incómodo escenario de Los Independientes (hoy Payró), cuando Onofre Lovero puso allí el Galileo de Brecht, hará de esto medio siglo. Cómo pudo el genial escenógrafo crear un espacio adecuado para esta obra compleja, soslayar una columna inoportuna, más tarde abolida, y sugerir, sobre todo, la vastedad del universo al que se asomaba Galileo en una escena inolvidable, fue una hazaña improbable, que Breyer ejecutó con límpida destreza.

viernes, 5 de junio de 2009

miércoles, 1 de abril de 2009

domingo, 22 de marzo de 2009




TELEMACO… o el padre ausente
Un texto teatral.
Un montaje.
Un nuevo viaje. Otro. Único.


Un personaje en tránsito. Una dirección. Conocemos el lugar de la partida, America. El hogar. Punto A en esta historia de revelaciones. Movimiento cero.
Revelación que es pulso e impulso en este joven que necesita encontrar a su padre.
Punto B. Europa. Tierra de promesas inciertas.
En el medio el mar. Dos orillas y una tensión que dibuja un trayecto. Una intención.
Un hijo que desea reconstruir su historia o que se lo propone en este momento que lo descubrimos.
Estadio inicial de una decisión.
No sabemos si esta soñando, pensando o recordando lo que sucedió. Pasado, presente y futuro son un único entorno.
Teo, el protagonista en trance, mira el horizonte. Más allá.
Una línea recta, horizontal, muda.
Dos continentes. America. Europa. Ninguno da lugar. Nada atrás y nada al frente, solo el abismo de un océano que no vemos del todo claro.
¿Que espacio puede contener una historia así? ¿Qué geografía?
Tal vez aquel que no defina paisaje alguno, que no de certezas. Como la noche y la vigilia. Vacío. Donde todo lo habite o donde quizá haya desaparecido todo.
El interior de una caja metálica, árida. El agua solo esta presente en las superficies oxidadas de sus lados. No hay cielo. No hay aire. Estado latente.
Solo dos grietas o puertas. Dos salidas o entradas. Una a derecha y otra a izquierda. Enfrentadas. En el medio, otra, el mar.
Un animal dormido. Una bestia que puede despertarse en cualquier momento.
Dos posibilidades o dos senderos de un solo camino. Pantallas que reflejan lo que está en ese otro lugar. Afuera. Hendijas por donde entra la luz y las sombras.
Los personajes que Teo convoca aparecen y desaparecen según dirija la mirada. Su visión construye el lugar donde debemos mirar. El cuadro, la escena.
Inicio del juego. Teo no sabe aun si la suerte estará de su lado, pero ahora solo puede actuar. Avanzar. Echarse al mar. Cruzarlo. Naufragar.


A. Mateo

"Telemaco o el padre ausente" Una obra de Marco Antonio de la Parra
Estreno: 23 de Abril
Teatro Nacional Cervantes.

Con Patricia Palmer / Patricio Contreras / Nicolás Mateo
Ricardo Diaz Mourelle/ Roxana Berco / Joselo Bella
Mariana Giovine / Marcelo Martinez

Dirección: Dora Milea


Diseño de iluminación: Leandra Rodriguez
Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo
Música y banda sonora: Nicolás Diab

viernes, 20 de marzo de 2009


TELEMACO / SUBEUROPA
Una obra de Marco Antonio De La Parra
Una nueva dirección de Dora Milea para el Teatro Nacional Cervantes

Teo, el protagonista, ha perdido a su padre en la infancia. Ahora joven ha decidido ir en su búsqueda. Una generación que busca muy lejos lo que se encuentra muy cerca. La acción ocurre en tres lugares: América, Europa y un lugar indeterminado, la tierra de nadie. Cada personaje pertenece a uno de estos lugares. Una permanente referencia y eventual reflexión a propósito del poder, sus mecanismos y relaciones de las que pareciera emerger un casi sujeto, falto de señas de identidad y en extremo vulnerable, sin ideología, con el deseo arruinado y sin imaginario definido.

Telémaco es una obra que de la Parra escribió hace 16 años. Como sucede con los grandes autores, tiene una vigencia tal, que podría haber sido escrita ayer.
Los temas presentes en la obra son principalmente la ausencia del padre, el hogar destruido, la adicción, el abuso y el dolor de una generación que busca muy lejos lo que se encuentra muy cerca. Una permanente referencia y eventual reflexión a propósito del poder, sus mecanismos y relaciones, como categoría y realidad fundamental para la interacción y la convivencia humana.
“Los personajes se manifiestan insomnes, catatónicos, anoréxicos, bulímicos, fármaco-dependientes, alcohólicos, drogadictos, transformados, intervenidos, manipulados, etc.-, básicamente como producto de una lucha por la sobrevivencia cotidiana en la que se confía mayoritariamente en la corporalidad como camino para encontrar o rescatar aquello que llene el vacío existencial contemporáneo, siendo estos mismos cuerpos los primeros en recibir el devastador efecto del permanente fracaso de dicha apuesta. Es un abordaje a la dramaticidad desolada de fin de milenio, la que configuraría un espacio mental y emocional, individual y social, del que emergería un casi sujeto, falto de señas de identidad y en extremo vulnerable, con el deseo arruinado, sin ideología, ética ni imaginario definidos”
Descubro este material hace ya por lo menos diez años, y gracias a él me introduzco profundamente en la obra completa del autor. Me enamoro, como me pasa con algunos proyectos, y lo guardo en mi carpeta de los deseos a la espera de su momento, ya que entiendo no es un material comercial y sostengo que debe estar contenido en el marco de un teatro nacional. En el devenir de esta profesión presento la obra en el 2004 al Teatro Nacional Cervantes como proyecto a programar. En mi estadio expectante de la respuesta, el destino me lleva a Madrid –España- y coincido en tiempo y espacio, con Marco Antonio de la Parra. Le cuento mi historia con Telémaco, lo que ese material me provoca desde hace tanto tiempo y el me suma a la historia, que esta obra muchas veces (en distintos países) estuvo a punto de estrenarse y por razones “aparentemente” inexplicables siempre se postergaba.
En el transcurrir de la cálida conversación, me enorgullece decir que Marco Antonio expresa el deseo de que sea yo la directora de su obra en el caso de estrenarse en Argentina. Hoy por fin el deseo de ambos se hace realidad y Telémaco se hará escuchar rompiendo el silencio de tantos años.
El lugar que la obra nos ofrece es ése lugar que simbolizaría todos los lugares. Un lugar poético, simbólico. Un interior: el de los personajes. Podemos imaginar las paredes que acotan un espacio personal intemporal. Una puerta de salida o de entrada del nuevo yo. El único espacio que existe es el espacio poético que cobija al verbo "buscar". Estamos ante una estructura abierta y fraccionada. Sí existe una evolución dramática, pero no podemos hablar de planteamiento, nudo y desenlace al modo tradicional. La alternancia de las escenas, monólogos y diálogos marcan un ritmo concreto, y es este ritmo el que ayuda a esta evolución. No se trata pues de la dimensión temporal que miden los relojes, sino de la dimensión temporal interna de los personajes.
Dora Milea

sábado, 7 de marzo de 2009


Bien vale por estos dias asomarse a Puerto Madero para ver la muestra fotografica de Ruven Afanador.
Una invitacion.

viernes, 28 de noviembre de 2008

PAGINA 12
Suplemento Las 12
Viernes, 21 de Noviembre de 2008

TEATRO
Dolores particulares, escenas universales

Desde un caso real, desde una historia personal documentada, Un judío polaco se proyecta hacia lo universal, refrenda la vigencia del Holocausto como una manera de hacer justicia poética, desde el teatro políticamente más comprometido. Una obra de Alejandro Mateo que puede figurar honorablemente entre lo mejor que se ha visto en escena este año, aunque no haya sido nominada en ningún rubro, ni para los ACE ni para el Premio Teatro del Mundo 2008.

Por Moira Soto

“En Rivadavia y San José te tomás el 105 que te deja en avenida San Martín y Donato Alvarez, caminás por esta calle a tu izquierda, la primera callecita que aparece es San Blas, hacés una cuadra y te encontrás con Trelles al 2000. Parece Singapur pero no es tan lejos ni hace falta pasaporte...” Valió absolutamente la pena seguir las instrucciones del dramaturgo, escenógrafo, vestuarista y director Alejandro Mateo para asistir a la función de Un judío polaco, obra que memora el Holocausto con nobles recursos allí, en esa tranquila calle arbolada, en ese departamento de planta baja que antes de ser copado por la actividad teatral era la casa de uno de los actores, Héctor Segura.

Como director, Alejandro Mateo también está presentando actualmente la pieza Dios confunde todo, interpretada por Lisandro Berenguer y Nadia Isasa. “En realidad, es un proyecto que les pertenece a los actores, muy de ellos. Un collage que incluye textos de Susana Thénon, Marosa di Giorgio... Buscaban un director y les propuse ensayar, ser como el ojo extranjero que mira y apunta. Ellos generosamente me pusieron como director. La verdad es que este año pensaba poner un solo espectáculo y terminé dirigiendo tres, porque también hice una versión de Puesta en claro, de Griselda Gambaro, en el Taller del Angel”, dice Mateo en compañía de dos de los intérpretes de Un judío polaco: Nicolás Mateo, que además es su hijo, y Héctor Segura.

Nicolás estuvo este año en Vidas robadas haciendo a Norman, el genio loco de las computadoras que ayudaba a los buenos. En la tele también pasó por Historias de sexo de gente común, por Los simuladores... En cine se lo vio en Nadar solo (2003) de Ezequiel Acuña, Agua (2006) de Verónica Chen y en 2008 hizo Luego, de Carola Gliksberg. En teatro trabaja desde chico, en dos oportunidades dirigido por su padre: Nadar en tierra (2001) y Partir de la Odisea (2000). Antes de entregarse a full al teatro, Héctor Segura obtuvo el título de técnico superior en control automático y sistemas digitales y cursó hasta el tercer año de Ingeniería Naval. El CV de Segura demuestra que nada de lo escénico le es ajeno: mucho entrenamiento vocal y corporal, danza, trabajo con niños en situación de riesgo, docencia, dramaturgia (Retame Zarate, 1996, coautor, además de intérprete y director). Walter Rosenwit, por su lado, es actor, docente, dramaturgo y asimismo artista plástico que ha expuesto en muestras conjuntas e individuales. En estos momentos dirige Acompañados, Cuando el amor duele, en la sala Templun, y dicta cursos.

Alejandro Mateo estudió pintura en Bellas Artes, es diseñador de títeres, escenografía y vestuario, también docente. Ha dirigido, entre otras obras, Locas por Manuel (1991), con dramaturgia propia sobre textos de y reportajes a Puig, Té negro (2002), Matria (2006). Entre sus escenografías y vestuarios recientes figuran los de La música, dirigida por Dora Milea, hasta hace poco en cartel.
Alejandro, en el programa de mano contás que hace unos años, una noche te cruzaste con un muchacho en un tren, lo miraste y supiste que iban al mismo lugar, pero no decís de qué lugar se trataba...

A.M.: –En los tempranos ‘90 yo era muy joven y bastante hippie. Las cosas que no he hecho: íbamos a un laboratorio de terapia gestáltica que estaba ahí, en Sargento Cabral. Entonces yo subo al tren en Chacarita, veo a este flaco, pienso eso, sigo en la mía, llegamos a la estación, bajamos, caminamos en la misma dirección, él adelante, llegamos a la misma puerta... Después nos hicimos muy amigos con Claudio Frydman. Un día nos encontramos y me dijo: “Che, finalmente mi viejo pudo contar su historia y fue grabada”. Esta entrevista se la hizo a Berek Frydman un médico que juntaba testimonios, como un documento de archivo. El interrogatorio es muy largo y está llevado de una manera rara. Cuando vi el video, me conmovió mucho la entereza de este hombre contando esa experiencia tremenda durante el nazismo. Conocí poco al padre de Claudio, apenas me lo cruzaba en su casa, nos saludábamos. Supe que en algún momento tenía que hacer algo con ese testimonio, tuve conmigo ese VHS durante años.
¿Te interesaba especialmente el tema del Holocausto?

A.M.: –Me importaba, me inquietaba. Algo semejante a lo que me pasa con el Proceso: ¿dónde está la explicación de que el ser humano llegue a sistematizar tanta atrocidad? ¿Por qué no aprendemos de este tipo de experiencias aunque las repudiemos? Por eso pongo en la obra esos chistes antisemitas que no deberían existir por la mentalidad que denotan y alimentan, porque son peligrosos.
¿Claudio te dio el video para que dispusieras libremente?

A.M.: –El quería escribir una novela, relatar la historia de su padre, hasta que un día me dijo: “Creo que no voy a poder. Si vos querés hacer algo, hacelo”. Ahí empecé a trabajar la idea de una obra, Claudio me acompañó mucho en el proceso de la escritura, me prestó personajes que tenía para la novela. En ese camino me ocurrieron cosas sorprendentes, como encontrarme por la calle un montón de libros sobre el nazismo. Por supuesto, miré documentales, leí mucha literatura judía, busqué documentación. Terminé el primer texto, pretexto. Claudio estaba muy contento, supongo que sigue estándolo porque lo he perdido de vista. Sabe que estrenamos, me mandó mucha mierda, pero nunca vio la obra, no sé dónde está, le mando mails pero es como si se hubiera esfumado del planeta. Claudio hace esas cosas...
Nicolás, ¿cómo fue tu acercamiento al tema, a la obra, al personaje de Claudio?

N.M.: –Mi viejo me pasó el texto por mail, la leí rápidamente, supe que estaba bien y dije: yo me tiro acá. No conocía la historia del padre de Claudio, papa me la contó antes de darme la obra. Creo que mi viejo vio en mí algunas cosas parecidas a su amigo, que también toca la guitarra, con él comparto cierto grado de dispersión. El tema de Holocausto estaba presente para mí de alguna forma, por mi abuelo. Había cierto amor por esa religión del lado de mi madre. Por momentos, la obra me recordaba la relación que tuve con mi abuelo, incluso tiene referencias para mí directas: a Berek le gustaba la timba, las cartas. Mi abuelo era así. En la obra, por momentos no sé bien si estoy hablando de mi padre como personaje, de mi abuelo en la vida real, se me mezclan en algún plano. A esta obra la voy entendiendo cada vez más con el tiempo, es muy compleja y profunda. Trabajamos mucho, me daba un poco daban un poco de miedo esos parlamentos largos... Son como regalos dosificados que mi viejo me va haciendo. Me va dando personajes más complejos, a veces se los peleo.
Acaso lo que también pone a prueba a los actores es la distancia justa con que es manejado el relato, la ideas y venidas en el tiempo y el espacio, el trabajar una materia tan delicada sin manipular nunca las emociones del público.

A.M.: –Esto fue buscado, quería darle ese tratamiento. En el testimonio completo de Berek, me asombró la fortaleza de este hombre: hay un solo momento donde se quiebra y llora, cuando cuenta la primera muerte de un sobrinito. Era una escena muy potente pero decidí no ponerla, que lo contara algún personaje.
El animador de la TV, los chistes ¿sirven para mostrar la trivialización del Holocausto, la presencia del antisemitismo cotidiano?

A.M.: –Fue una necesidad. Esos chistes circulan y no son inocentes, como no es cierta manera hipócrita de referirse al Holocausto. Quería cruzar estas dos realidades: la historia terrible de Berek y la expresión de esta mentalidad del animador, de los chistes que sin salir del tema, mandan información de otro lado. Siempre pensé en Héctor para este personaje, desde la escritura. El papel del padre lo iba a hacer otro actor, Néstor Ducó, pero no pudo. Había que estrenar la obra en el ciclo y lo llamé a Walter Rosenwit: “Salvame, por favor”. A él le pareció mucho texto. Le dije: “Te invento algo para que puedas hacerlo”. Y aparecieron los cuadernos, porque en un principio Walter necesitaba ese apoyo. Ahora ya no.
Este es el momento en que irrumpe el comediante...

H.S.: –Venía de hacer mucho teatro físico, poca palabra, y me mató, sí. Alejandro me dice que escribió un personaje para mí. Me resistí un poco, pero me convenció, por suerte. Y me pasó lo mismo que a Nico: en un primer momento no entendía un carajo. Me acuerdo que durante los ensayos nos desorientábamos y le preguntábamos a Alejandro ¿pero dónde estamos ahora?, ¿en qué lugar, en qué época? El nos decía que sí a todo, que siguiéramos con la escena. No me acuerdo cuándo fue que me cayó la ficha. Yo soy judío. Recuerdo a mi abuelo que se murió cuando yo tenía 12, no lo traté mucho porque vivía en Entre Rios. De todos modos, ellos venían de Turquía. Mis hermanos fueron a Israel y yo, la oveja negra, no. Ellos traían fotos tremendas que me parecían de una puesta en escena: camiones cargados de huesos humanos. Tenía 15 y no me lo podía terminar de creer. Después, tuve la información que le llegó a todo el mundo, pero me volví a enfrentar con este tema cuando Alejandro me propuso hacer Un judío polaco. Obviamente, de chico sufrí los típicos chistes contra los judíos cuando iba a la escuela pública. Por eso entendí de entrada la presencia de los chistes en la obra, me sentía con autoridad para poder decirlos, soy judío de pura cepa. Para mí fue un reencuentro con mi identidad que va más allá de la parte religiosa.
¿Estás de acuerdo en que, según el contexto, cierto tipo de chistes contra los judíos, los gays, las mujeres refuerzan estereotipos y alimentan el prejuicio?

H.S.: –Por supuesto. Acá están puestos para mostrar esa carga negativa.

A.M.: –Y van apareciendo de manera progresiva: al principio son más livianos y tradicionales, sobre la guita, ese estigma de la judeidad, después van tomando un carisma cada vez más racista. En algunas funciones, quizás con público menos enterado sobre el contenido de la pieza, había algunas risas que se iban ralentando hasta enmudecer.

H.S.: –Cuando digo que me mató, lo digo bien. Porque aparte del comediante tenía todos los otros personajes satélites. En los primeros tiempos, temía que se mezclaran, sobre todo el conductor TV pelotudo y que representa bastante a cierta manera de enfocar temas graves en la televisión local, con el tipo que cuenta los chistes.
Esta claro que se puede hacer poesía, literatura, teatro después de Auschwitz, obviamente que sin caer en los efectismos estetizantes de Spielberg o Polanski. Un judío polaco es una obra que produce ondas expansivas, de la que es difícil desprenderse.

A.M.: –Me parece que tiene esto que también se da en el uso del espacio: permite ir abriendo varias capas, rumiarla un poco. Se habla de Holocausto pero, por otro lado, es una pieza sobre la relación de un padre y un hijo. Ese planteo es universal: ¿qué nos pasa a nosotros como hijos con nuestros padres? ¿Qué hacer con la herencia que te dejan? ¿Qué cosas tomar y qué cosas dejar? En lo personal, esta obra tiene que ver con un diálogo interno con mi padre, fue como un reencuentro con él. Porque mis textos anteriores tenían mucho que ver con el mundo femenino, y aquí las mujeres están, pero fuera de campo.

Un judío polaco, sábados 22 y 29 de noviembre, a $ 20, en Espacio TBK, Trelles 2033, 4586-2971. Dios confunde todo, los domingos a las 20.30 en Apacheta, Pasco 623, 4941-5669.

domingo, 2 de noviembre de 2008

SER PALERMO

Extrañadas y extrañas miradas al Palermo de hoy. Un barrio PAC-MAN

“Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo
Una manzana entera pero en mitad del campo
presenciada de auroras y lluvias y sudestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga. (1)”

Si Borges se levantara de su prolija tumba en Ginebra y volviera a la casita de sus viejos, esa de la calla Serrano 2135. Si volviera, pienso, se encontraría mareado ante este barrio que de tanto cambiar su cara se esta tornando irreconocible.

Además ni encontraría la casita por mas vencido que volviera.

Con tanta cirugía plástica, tanta estirada, botox y rellenado a cambio de juventud perpetua, le costaría reconocer ese barrio de infancia arrabalero donde “…detrás de los zaguanes enladrillados y de las balaustraditas parejas, los patios abundaban en cielo, en parra y en muchachas.”(2)

A esta altura de los tiempos ningún espejo se lo reflejaría, se perdería ya no entre sus propios laberintos si no en los de la modernidad

Las cosas han cambiado y parafraseando al tango, PALERMO “ya no es mi Margarita, ahora lo llaman Margot”

Pero no creo que Borges este hoy por hoy preocupado por estos asuntos ni por otros por cierto porque muy muerto esta desde hace 20 años (a pesar de que viudas y viudos lo andan resucitando cada dos por tres) y que el barrio a cambiado no hay duda alguna.

Pero se sabe, todo muere y todo cambia. ¿Era así?

Son tiempos muy contemporáneos diría Fontanarrosa y la “modernidad” es como el viento, nos despeina a veces y nos resfría otras.

Palermo fue suburbio, entorno de cuchilleros, cuna de tango y milongas y hoy es nombre de la modernidad desing, del fashion style, epicentro del “como deben ser las cosas”.

Uno puede encontrar allí TODO “lo que se necesita”. Te podes vestir de la cabeza a la punta de los pies (mejor dicho, te podes loockear) con las mejores marcas, con lo mas atrevido de la nueva generación de diseñadores, o lo mas divertido y alocado del autentico vintage sixties. Anteojos, zapatos, calzones (perdón, underwear), bijou, T-shirts, lo que busques y mas.

Saborear de la autentica barbacoa argenta en sillones de vinilo blanco minimalista a probar el cruce étnico gourmet mas caprichoso que se te ocurra o lo mas elaborado de la cocina bio orgánica.

Amoblar enterito tu bulincito en Puerto Madero con lo más chic de la deco en tendencia.

Allí lo “accesorio” es “fundamental” y lo “fundamental” es estar allí.

Porque si estas, sos. Porque más allá de todo, hoy más que ser, es estar.

Si encima sos residente o sea local, digo, si sos de los “nuevos residentes” esos que se compraron o heredaron el PH tristón (el viejo departamentito de pasillo) a dos con cincuenta en su momento que es mucho mas de lo que hubieran dado en otro tiempo por la misma propiedad y hoy tienen un loft soñado o un bunker reciclado “con la mejor onda” o los que de una pobre casita rantifusa hicieron su palacete con fachada racionalista; si de esos sos…que decirte….sos “lo mas”. Paladar negro. Jamón del medio. Joya (nunca taxi).

Si no al menos deberías proponerte ser un turista permanente y confundirte periódicamente en la marea con la fauna variopinta que lo puebla.

Centenares de guías impresas te indican todo lo que hay donde lo hay todo. No es irrelevante tener la mas actualizada ya que todo es tan vertiginoso que en una semana podes encontrar en la misma cuadra tres nuevos restaurantes (perdón, restó), un sushi bar, dos locales de indumentaria, uno de juguetes ecológicos, tres bares temáticos, un show room, dos de decoración y objetos de arte, una vinoteca, una sala alternativa de teatro y que se yo cuanto mas. A la semana siguiente la misma cuadra habrá metamorfoseado, no tengas duda. Quedaran los que pudieron persistir y habrá “nuevos emprendimientos” reemplazando a ya “viejos emprendimientos” que no lograron “hacerse su Palermo” y volaron al olvido violín en bolsa.

Si vas en la semana mejor, claro, los fines de semana se sabe, hay merodeadores “sospechosos” que vaya uno a saber de que confín vienen. Almagro, San Cristóbal, Villa Ortúzar, Villa Urquiza, Monserrat, países extrañísimos y tercer mundista de la periferia. Si vos sos uno de esos, trata de disimularlo lo mejor que puedas.

Lejos quedo esa Avenida Corrientes que no dormía, ahora la que nunca duerme es la placita Serrano y Doña Maria que quedo encerrada entre tanto chingui chingui y sintiéndose como un naufrago por haber nacido allí.

No te preguntes con que se ganan el mango todos esos que ves un martes a las once de la mañana asoleándose aun mas el bronceado eterno en la mesa de la vereda de un bar mientras toman su desayuno con jugo de naranja, obvio, o a esos mismos que a las cinco de la madrugada de un jueves siguen disfrutando de daikiris de durazno o melón en el bar de enfrente.

Ellos no se lo preguntan tampoco y se ve que lo pasan fantástico.

Palermo hoy es TODO. Un barrio que a fuerza de….va invadiendo como un pac-man o como la tenia saginata, la fisonomía de la ciudad. PALERMO se volvió imperialista.

Tenemos PALERMO viejo, PALERMO soho, PALERMO Hollywood, PALERMO sensible, PALERMO chico, PALERMO boulevard, PALERMO carga, Alto PALERMO, y también PALERMO Queens.

Todos somos Palermo. Bueno, todos, todos no.

¿Pero acaso hay algo, hay otros fuera de Palermo?

(1) Fundación mítica de Buenos Aires

(2) “El tamaño de mi esperanza” – Carriego y el sentido del arrabal.

Jorge Luís Borges

Seix Barral.

*Nota publicada en www.psyche-navegante.com

jueves, 16 de octubre de 2008


DIOS CONFUNDE TODO
DIRECCIÓN: Alejandro Mateo

Funciones: Domingos 20.30 hs.
Teatro: Apacheta sala-estudio
Pasco 623- Capital Federal –
Localidades $20 (Descuentos a estudiantes y jubilados)
Reservas al 4941-5669

Tal vez todo ya ha tenido lugar. ¿Como saberlo?

ELENCO: Nadia Isasa y Lisandro Berenguer
ASISTENCIA DE DIRECCION: Nela Fortunato
ASISTENCIA DE PRODUCCIÓN: Cecilia Perczyk
DISEÑO DE LUCES: Diego Todorovich
ENTRENAMIENTO CORPORAL Y COREOGRÁFICO: Agustina Monczar
MÚSICA ORIGINAL: Alejandro Arelovich
ESCENOGRAFÍA Y UTILERÍA: Lisandro Berenguer y Nadia Isasa


Dos personas.
Un cuadrado de tiza.
Desde el principio de los tiempos. Y hasta el final.

Una soga que cuelga.
Decididas a cerrar la puerta con llave y que la llave desaparezca.
Decididas al aislamiento
Destinadas al encierro. A ser el encierro.
Buscando respuestas.
Así estamos.
Cielo y tierra
Fragmentos degenerados.
Partes de ningún todo.

lunes, 6 de octubre de 2008


Puesta en Claro

De Griselda Gambaro

Una mirada posible sobre este texto de una autora inmensa como Griselda Gambaro. Una puesta y una hipótesis para descubrir y trabajar.

Absurdo y grotesco rioplatense. Parodia. Una pesadilla con siete personajes desplazados de todo eje. Fuera de si.

La verbalidad de los cuerpos se vuelve violenta en cada acción. No hay matices. Nada es sutil, si algo lo es resulta ficticio o algo difícil de sostener porque son seres en un estado primario, salvaje diría. Estimulo y reacción.

Ningún tamiz filtra o vela lo que sienten. Actúan desde la barbarie o de lo que por esta entendemos.

Siete animales encerrados en una jaula con arquitectura de hospital.

Una ficción donde ser y jugar a ser se confunde.

Realidad y simulación. Dejar abierta esa pregunta o intentar no quedarse solo en esa opción binaria. Teatro dentro del teatro.

Clara es una mujer (¿ingenua?) que busca alguna forma de redención, acosada por esos otros que apenas pueden ofrecer un futuro incierto o uno que no existe ni siquiera para ellos.

Los roles se transponen o se imponen en esa “familia” que Gambaro propone donde nos refleja a todos domesticados ante el horror o sometidos ante él.

Elenco: Verónica Bonino, Jorge Giobbi, Víctor Gueller, Eugenio Jerez Ferrante, Luciano Jofré, Eduardo Martinucci, Germán Polonsky

Asistencia de dirección: Verónica Ferenczik

Dirección: Alejandro Mateo

Entrada General: $20. Estudiantes y Jubilados 2x1.

VIERNES de OCTUBRE y NOVIEMBRE 22:30 HS.

MARIO BRAVO 1239 esq. Gorriti. 4963-1571.

www.tallerdelangel.com.ar

domingo, 28 de septiembre de 2008


¿Que hacer con ellos ahora?

Mi hija acumuló una fauna

Incontenible en los rincones

Los estantes y la baulera.

Un zoológico mágico

de osos, perros, ardillas, ovejas, leones,

vacas, delfines, dragones

y otras tantas especies.

Ella se fue de allí.

y los dejo a resguardo

todos en casa

Con sus pieles gastadas.

Destripadas y olvidadas.

¿Qué hacer entonces?

Hacer nada

Volverlos a escuchar

en el recuerdo

De aquella niña que juega

Otra vez

Y cada vez

Y otra vez mas

Cada vez

Donde zurzo el recuerdo

De ella

Pequeñita

En cada puntada.

En su sonrisa.

jueves, 11 de septiembre de 2008


Podría ponerme a bailar tap

pero mejor

me voy a dormir.

Ya es tarde

y no recuerdo donde deje guardados

mis zapatos con chapitas.

Además

No quiero despertar a los vecinos

Ni a mi viejo sueño

De ser

Aunque sea solo unos minutos

……..

Fred Astaire.

No hay público.

miércoles, 27 de agosto de 2008


Tadzio... Visconti.
Morir en Venecia. Descubrir la belleza es encontrar la muerte.
Nada quedará en pie. Ruinas. Piedras.
Agua.
Canales de una ciudad donde el silencio
es a.penas
fotografía de tu rostro.
Espejo del mio ya vencido.
El recuerdo de verte en la pantalla de un cine
de barrio.
El recuerdo de verte en la oscuridad.

domingo, 24 de agosto de 2008


Anita y Marcello con las patitas en la fuente. Tan bellos. Exquisitos.
Nada mas que decir. Solo verlos. Dejarme llevar.

viernes, 22 de agosto de 2008


¿Será Marosa la que vuelve ahora cuando la recuerdo? Roja. tirando rosas.
Sembrandome huevos,luciernagas y mariposas en las molduras barrocas de este jardín desmesurado donde me gusta pasar las tardes.
¿Será ella? Sombra montevideana. Noche Soracabana.
¿Será ella esta noche?

Liliana canta.
Me sumerjo en el rio de su voz.
Palabras y camalotes me trae
a esta orilla donde no puedo
dejar de detenerme.
Liliana me dice y
yo
la escucho
atento.

jueves, 7 de agosto de 2008




Despues de leer sus memorias, muchas de sus palabras siguen resonandome. Estas son solo algunas que Balthus me dice y que atentamente escucho. Como lo hago cuando contemplo cualquiera de sus pinturas.

...Este día que empieza hará avanzar el cuadro. Que lleva mucho tiempo en camino. Una sola pincelada de color quizá, y la prolongada meditacion delante del lienzo. Solo eso. Y la esperanza de domar el misterio... ...Porque pintar es acercarse. A una luz. A la luz.... ...Ir hacia lo abierto, acercarce a él, alcanzarlo a veces, captar su instante de suspensión, y volver al pasaje del tiempo...

sábado, 2 de agosto de 2008





Anoche, navegando, pensando y preguntandome sobre el montaje de "Puesta en claro". Obra de Griselda Gambaro que me tiene atento y entre manos, descubrí a Dino Valls, pintor español contmporaneo. Muchas d sus imagenes me dieron alguna respuesta, otras me generaron mas preguntas.

jueves, 31 de julio de 2008


PUESTA EN CLARO

De Griselda Gambaro

Acerca de una propuesta sobre el texto de la autora y sobre un montaje posible.

Por primera vez tengo la posibilidad de plantearme la dirección de un texto de esta autora inmensa que siempre me conmovió al leerla o al ver su palabra puesta en pie en algún escenario.

La primera lectura de la obra estuvo marcada por un profundo respeto, que convengamos Gambaro se merece, a cada acotación, cada palabra, cada sonido, cada tiempo y efecto que me provocaba, la respiración que la autora imprimió.

Luego fui sumando mi mirada, otra y releyendo las posibles imágenes que iban apareciendo desde mi subjetividad como lector intencionado, ya que me proponía su montaje escénico.

Encontrar una hipótesis propia.

La obra creo, juega con elementos del absurdo y de un grotesco diría rioplatense. La situación planteada de por si y muchos giros y maneras de decir de los personajes me sugieren eso.

Me interesa capturar y trabajar esto desde la imagen y desde el recuerdo de ese estilo de actuación propio de nuestros grandes actores del 40 y el 50.

Trabajarlo tanto en la verbalidad como en los cuerpos y en los movimientos que planteo al grupo de actores. Pensamos en un abanico que va desde Mecha Ortiz hasta Dringue Farías.

Jugamos a eso para que la parodia se vuelva orgánica en nosotros y de alguna manera no deje de serlo.

Otra idea que se suma es la de la violencia latente o explicita por momentos, con la que los personajes se tratan. Nada es sutil y si algo lo es debería quedar como algo ficticio o como algo difícil de sostener porque son seres en un estado primario, salvaje diría. Estimulo y reacción. No hay matices.

Ningún tamiz filtra o vela lo que sienten. Actúan desde la barbarie podríamos decir o de lo que por esta entendemos. Siete animales encerrados en una jaula con arquitectura de hospital.

En ese espacio, planteado apenas por mínimos elementos, hacen y deshacen una historia o la actuación de una ficción donde ser y jugar a ser se confunden.

Desde esa perspectiva abandono la idea de un espacio a la italiana y me acerco a uno con las características del teatro a la isabelina donde el publico quede aun mas involucrado.

Encuentro alguna arista de la obra que me remite a tragedia shakesperiana.

Realidad y simulación. Dejar abierta esa pregunta o intentar no quedarse solo en esa opción binaria. Teatro dentro del teatro.

El escenario como una sala de operaciones donde cada uno trata de subsistir y donde el poder circula en un territorio donde victima y victimario pueden llegar a ser uno solo.

Clara es una mujer que busca alguna forma de redención, acosada por esos otros que apenas pueden ofrecer un futuro incierto o uno que no existe ni siquiera para ellos.

Los roles se transponen o se imponen en esa “familia” que Gambaro propone donde nos refleja a todos domesticados ante el horror o sometidos ante él.

"Puesta en claro", en este momento es un espacio latente, permeable, un territorio de busqueda.

domingo, 27 de julio de 2008





Cuerpos en escena.
El vestuario como signo del personaje

“Cualquier trapo o bastón puede transformarse en un símbolo o un fetiche. Para “Perdición” hice usar a Bárbara Stanwych una llamativa cadena en el tobillo que captara la atención de Fred Mc Murray. Cuando ella bajara la escalera, la vista de él no se apartaría de su pie”

Billy Wilder

Venimos desde hace tiempo oyendo eso de que “la imagen no lo es todo”, o “la pinta es lo de menos”, y algo de cierto hay en estas afirmaciones, pero convengamos que la imagen y la pinta bastante nos dicen.

Desde el escenario o desde la pantalla de cine, el vestuario se transforma en un signo que construye al personaje. Habla de él.

Termina de darle cuerpo en relación a ese entorno general que lo contiene (situación dramática, escenografía, luz, fotografia, sonido, música, coreografía, etc.)

Su función es la de dar información de algo, (época, status social, carácter, actividad, edad, etc.)

¿Podremos olvidar el straples de raso rojo, los guantes negros hasta el codo de Rita Hayworth en “Gilda”; o en “La comezón del séptimo año” aquel solero blanco que llevaba Marilyn Monroe, levantándose por el aire de la rejilla de ventilación de esa calle de estudio?

¿Acaso no sigue presente la perturbadora imagen de Marlene Dietrich en “Marruecos” enfundada en ese lustroso y masculino frac?

Como estos, podría citar otros tantos ejemplos, donde el vestuario de los personajes se trasformó en icono, fetiche o marca registrada. Donde esos personajes no podrían ser reconocidos con otro “habito”.

¿El “Carlitos” de Charles Chaplin sin su traje raído, su bombin y su bastón o Judy Garland sin ese delantalito sureño a cuadrille y aquellos zapatitos rojos de rubí en “El Mago de Oz”?

¿No seria extraña una Sally Bowles sin ese corte de pelo y sin sus uñas pintadas de verde como las que llevo Liza Minelli en “Cabaret”?

Si bien los ejemplos que doy son esencialmente cinematográficos y corren por mi cuenta (cada uno tendrá los propios), en otras disciplinas del espectáculo (teatro, danza, etc.) sucede o debería suceder lo mismo.

El vestuario es una marca que esta allí dando registro.

En 1987 el Fondo Nacional de las Artes me otorgaba una beca en la disciplina de Diseño de Vestuario.

Me interesaba investigar y experimentar entonces sobre la etapa previa al traje, a ese producto final que luego estaría en un escenario sobre el cuerpo de un actor.

Apuntando a esto realice dos talleres de investigación creativa. Uno con el Emilio Renart (artista plástico) y otro con Susana Torres Molina (autora y directora teatral). Ninguno estaba dirigido específicamente al trabajo en la disciplina por la cual había ganado la beca, sino a la investigación y la experimentación de los procesos creativos.

Sabiendo que los rumbos hacia la creación son imprevisibles e infinitos, la experiencia me permitió preguntarme cosas respecto a cuestiones en el hacer dentro de lo que hoy es mi profesión.

A veces el disparador era una pintura, un color, una música, un material, un ejercicio corporal, diversos eran los caminos que determinarían y terminarían “conduciéndome a Roma”, al diseño de un figurín de vestuario.

Recuerdo que a partir de la imagen de pájaros enjaulados que me devolvía en ese momento la lectura de “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca, termine dibujando una serie de armazones-. jaulas metálicas que como enaguas encorsetaban a los personajes y se escondían debajo de las faldas de las actrices.

Casi treinta años después de haber realizado mí primer trabajo como vestuarista, sigo echando mano a cualquier elemento que se me hace presente para despuntar un posterior proceso creativo. Esa “punta del ovillo” que abrirá el camino para ponerme a bocetar y dibujar puede aparecerse de múltiples maneras y formas.

Un figurín de vestuario no puede ser planteado como una imagen congelada. En ese diseño uno deberá intuir las posibilidades plásticas que tendrá cuando este en movimiento.

Un vestuario es primero una imagen que se aparece, una idea, después un dibujo, luego una prenda confeccionada y en esencia siempre es un cuerpo en movimiento.

Tendrá una línea, una textura, un color determinado pero desde el comienzo estará signado por un cuerpo y un espacio que lo contiene.

Un vestuario es eso, la imagen primaria que se instalará en el público, después vendrá la palabra.

No visto a actores sino a personajes que tienen determinado cuerpo. Tampoco diseño ropa, indumentaria, sino que intento con el vestuario dar forma (sumándome al trabajo del actor y el director de escena) a ese personaje que “vivirá” un momento determinado.

Los cuerpos en escena serán los interiores de esos trajes. El contenido. Interiores de una situación puesta y expuesta. Cuerpos actuando, poniendo en acción. Cuerpos que estarán contando algo al público en ese “recorte de tiempo” y es preciso que aquello que los viste, acompañe y no entorpezca ese relato.

Es mi tarea como diseñador, profundizar y estar atento a las señales que van apareciendo en el proceso general de un montaje, incorporándome a las diferentes voces que intervienen. La del autor, la del director, la de los actores, la del productor.

La del autor a partir de las palabras que pone en boca de esos seres teatrales.

La del director, que es quien los hace mover.

La del actor con su cuerpo que tendrá una respiración y determinada dinámica según la prenda que lo vista.

La del productor (generalmente asociada solo a lo monetario, a las posibilidades de gasto) también incidirá en un estética.

El vestuarista propone una mirada sobre los personajes desde su diseño. Luego, tanto el director como el actor, deberán estar permeables a esa mirada e incorporarla.

Cuenta la anécdota, ya mitológica en el teatro porteño, que a Pedro López Lagar cuando se le pregunto como hacia para interpretar tan maravillosamente su personaje en “Panorama desde el puente” de Arthur Miller, solo atinó a decir: “Me pongo la gorra y salgo”. Humorada o herejía ante los oídos atónitos de tanto critico y actor fundamentalista de las teorías “Stanislavskianas” y el método emocional de construcción del personaje. En aquella época, López Lagar estaba dando a su modo una clave a tener en cuenta.

No se puede salir a escena sin tener la gorra puesta. Quizás después de todo, el “hábito haga al monje”

*nota publicada en el nro. 78 de www.psyche-navegante.com

Las fotos son de Jorge Lopez y pertenecen al espectaculo "Entrambos" de la Compañia Buster Keaton

domingo, 20 de julio de 2008


"LA MUSICA" de Marguerite Duras
Con Patricia Palmer y Osmar Nuñez.
Dirección Dora Milea.

Viernes y sábados a las 21.00hs.
Domingos a las 20.30
TEATRO DEL NUDO
Avenida Corrientes 1551

Algunas palabras de su directora
Creo que podría ser una tragedia pero que no llega a serlo, sino que roza el melodrama. Para mí ese texto es, concretamente, no una historia de amor sino una reflexión sobre el amor, porque la autora no narra, sino que dice, afirma, reflexiona. Lo que Duras hace en verdad es utilizar la historia de una pareja que se separa, de una relación de la que no sabemos si empieza o si termina, para plantear su propio pensamiento sobre el amor, el deseo, sobre la muerte literal y metafórica, es decir, sobre lo que se transforma. Que por otro lado son temas que aparecen en toda su obra. Precisamente, a mí me pasó algo extraño con este material: primero lo presentí y luego lo descubrí en profundidad. Me atrapó la música interior de los personajes, la música que resulta de la mezcla de los silencios y los sonidos, porque me parece que el verdadero texto de esta obra pasa más por los silencios que por las palabras. Creo que si no existieran esos silencios, lo que verbalizan los personajes podría ser algo meramente cotidiano, lo cual no significa que lo que se dice carece de profundidad, pero sí que los silencios cobran una importancia muy grande. De otro modo, la obra dejaría de ser una reflexión sobre el amor para pasar a ser una simple historia de amor. Porque la historia entre los personajes es una anécdota, una excusa que Duras utiliza para pensar en torno al amor.

viernes, 4 de julio de 2008


A nadie se le ocurriría.

Coleccionar lápices

Es una verdadera estupidez.

Supongo. Algo así

como coleccionar palabras

que nunca serán escritas.

Mundo quieto.

Sin embargo se fueron sumando.

Las no palabras y los lápices.

Están ahí, bajo ese vidrio

No dirán nunca nada

palabra alguna.

Cementerio de silencios coleccionados.

No dirán amor, cebolla, mañana,

mientras los deje acallados.

No dirán caballo, espuma, durazno,

ahí

A veces tengo el impulso

Dejarlos hacer. Que intenten palabrarear algo.

Que busquen una forma. Otra.

Sumergirlos en este mundo incierto

de páginas en blanco

con renglones y sacapuntas que acechan.

Pero me daría tanta pena.

Que costaría soportarlo.