CLARIN - 12.06.08
Espectáculos
TEATRO: "WILL Y SUE, SUITE SHAKESPERIANA"
El clima de una sincronía
El actor y titiritero Luis Rivera López, junto a su par mexicana Haydeé Boetto, sobrevuelan los fantasmas de un genio.
Por: Eduardo Slusarczuk
LUIS RIVERA LOPEZ Y HAYDEE BOETTO, CUENTAN CON UN ENSAMBLE MUSICAL INTEGRADO POR FERNANDO MONTES DE OCA, CAROLINA MONTOYA Y SERGIO BATIZ PARA
Basta con entrar varios minutos antes de la función de Will y Sue, suite Shakespereana
La mayoría de los registros históricos que dan cuenta de la vida personal de William Shakespeare reconocen vacíos que, casi cuatro siglos después de su muerte, ningún investigador ha conseguido llenar. El devenir de sus días suele ser interceptado con frecuencia por suposiciones e hipótesis tan cercanas o lejanas a la realidad como convincente o no sea su exposición.
Es esa misma sequía de datos la que les permite a los actores investigar, fantasear, imaginar. "Una de las obvias certezas mayores que tenemos es que Shakespeare ha muerto", señala Rivera López en la gacetilla. Algo así como darse coraje para animarse a inventar otras certezas desde el poder de la actuación. Todo en complicidad con el espectador espía, que sabe muy bien que ese montoncito de tela y gomaespuma es Falstaff y no ese muñeco que engaña ser. Que la inmensa silueta de hojas y más hojas de literatura de descarte es mucho más que eso. Y que alcanza con un brazo, una capa y un sombrero para construir un ser humano.
A un costado, Fernando Montes de Oca, Carolina Montoya y Sergio Bátiz, con una formación de acordeón, violín y chelo, marcan el ritmo de la obra, sobre fragmentos de Sueño de una noche de verano, de Félix Mendelsohn. O el texto les marca el ritmo a ellos. En el contexto de la obra resulta un debate menor. Al fin y al cabo, texto, música, músicos y actores (incluidos los muñecos) recorren la suite Shakesperiana en perfecta sincronía.
Entonces el dúo de actores se transforma en sexteto, las voces se multiplican y la historia del escritor la escriben, ahí mismo, sus personajes. Hijos literarios que hablan con las propias palabras de quien los creó, que beben el mismo alcohol, que maldicen sus mismas ansiedades y frustraciones. Y en esa historia Sue y Will se odian, se aman, se hablan a la distancia, se abrazan. Y en el final, Luis Rivera López y Haydeé Boetto deciden obligar a su Shakespeare a dejar en libertad a duendes, hadas, dioses y genios. Para ser un poco más humano y un poco menos Shakespeare. O quizás para que la escenografía de Alejandro Mateo deje de aparecer como una isla de imperfecta silueta en medio de la sala Luisa Vehil del Teatro Cervantes. Para jugar a que no hay separación entre esos dos escritorios que se hunden entre papeles, y la platea, tan ahí de tocarse con el escenario que no hay. Y como un mirón que se asoma a una historia ajena, hacer de espía. Ser intruso de esa especie de monólogo de dos que proponen el actor y titiritero Luis Rivera López junto a su par mexicana Haydeé Boetto. uno de los verdaderos.
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